La exposición del Palazzo Medici Riccardi, ideada por Magda Grifò, bisnieta del artista, y coordinada por Valentina Zucchi, directora científica del palacio, recorre la trayectoria creativa de Felice Carena adentrándose en los años que pasó en Florencia, desde 1924 -cuando fue llamado a enseñar en la Accademia di Belle Arti– hasta 1945, cuando se trasladó a Venecia, y hasta el final de su vida, en 1966 y ofrece al visitante un importante núcleo de más de 50 obras, entre las que se encuentran numerosos inéditos propiedad de la familia, junto a préstamos de importantes instituciones públicas y privadas como el Banco de Italia, la Fundación Giorgio Cini de Venecia, las Galerías Uffizi, la Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Roma, el Museo del Novecento de Milán y el Museo Cívico de Arte Moderno y Contemporáneo de Anticoli Corrado.
La exposición también está vinculada a la exposición simultánea «Felice Carena. Pittore e maestro all’Accademia di Belle Arti di Firenze» (del 17 de octubre al 21 de noviembre en la Academia de Bellas Artes de Florencia), coronando 2024, centenario del ingreso del pintor en la academia florentina, como el año completo de Carena.
El periodo de veinte años que pasó en Florencia fue crucial, dentro del cual obtuvo premios muy conocidos: la exposición individual en la Bienal de Venecia en 1926 y la de la primera Cuadrienal Romana en 1931, el Premio Carnegie en Pittsburgh en 1929, su nombramiento como Académico de Italia y Presidente de la Accademia di Belle Arti de Florencia en 1933, su presencia en la 2ª exposición del Novecento Italiano (en 1929) y en numerosas exposiciones internacionales, destinadas a dar a conocer la excelencia italiana, así como la adquisición de muchas de sus obras por importantes museos italianos y europeos, sin olvidar su colaboración como escenógrafo con el Maggio Musicale Fiorentino (en 1935 y 1943) y, posteriormente, la concesión del Gran Premio de pintura de la Bienal de Venecia, con una nueva exposición individual (en 1940).
Fueron los años en que pintó sus obras maestras, entre ellas Susanna (1924) y la monumental La scuola (1928), y en los que se perfilaron las etapas más destacadas de su vida profesional y personal.
La exposición, dividida por temas, consta de seis secciones. La exposición está introducida por un grupo de retratos de familia, algunos inéditos, de los herederos, que el maestro guardaba para sí: su esposa Mariuccia Chessa, hermana del pintor Gigi Chessa, con quien se casó en Turín en 1919, su primera hija Marzia, nacida en 1910 de su relación con la baronesa Gina Ferrero de Roma, y su hija Donatella, nacida en 1920.